Probióticos, las bacterias buenas para tu cuerpo

Los probióticos son las bacterias buenas que se encuentran en su cuerpo. Apoyan una salud digestiva óptima, una función inmunológica saludable y un entorno favorable para la absorción de nutrientes.
Los probióticos se definen como microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un efecto beneficioso sobre la salud del huésped. El término probiótico, que significa “de por vida”, fue acuñado por primera vez en la década de 1960 por Lilly y Stillwell.
En los últimos años, ha habido un aumento en la investigación de los probióticos, así como un creciente interés comercial en el concepto de alimentos probióticos. Esta mayor investigación ha dado como resultado avances significativos en nuestra comprensión y capacidad para caracterizar organismos probióticos específicos, así como intentos de verificar sus beneficios para la salud.
El consumo de estos microorganismos puede realizarse mediante dos vías fundamentales. La primera y más recomendada por ser completamente natural, es a través de la ingestión de alimentos probióticos: yogurt natural, kéfir, col fermentada, chocolate negro, sopa de miso, aceitunas, entre otros productos fermentados. La segunda, es el uso de suplementos probióticos, que se ofrecen en distintas presentaciones como probióticos pastillas, polvo o cápsulas.
MICROORGANISOS PROBIÓTICOS Y PRODUCTOS ALIMENTARIOS
Dos géneros principales de bacterias Gram-positivas, Lactobacillus y Bifidobacterium, se utilizan ampliamente como probióticos. Sin embargo, otros géneros, como Escherichia, Enterococcus y Saccharomyces, también comercializan, aunque todavía existen preocupaciones sobre el uso seguro de estos organismos para este propósito.
La evidencia actual indica que los efectos de los probióticos son específicos de la cepa; por lo tanto, no se puede suponer que un efecto beneficioso atribuido a una cepa lo proporcione otra cepa, incluso si pertenece a la misma especie.
De acuerdo con las directrices recientes de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la OMS, las bacterias probióticas utilizadas en los alimentos deben ser capaces de sobrevivir al paso por el intestino; es decir, deben tener la capacidad de resistir los jugos gástricos y la exposición a la bilis. Además, deben poder proliferar y colonizar el tracto digestivo. Además, deben ser seguros y eficaces, y mantener su eficacia y potencia durante la vida útil del producto.
PROBIÓTICOS EN INDIVIDUOS SANOS
Muchos productos probióticos se utilizan de forma rutinaria por personas sanas; de hecho, la comercialización de muchos productos alimenticios probióticos está dirigida a personas sanas. Las afirmaciones de que la ingestión regular contribuirá a un estilo de vida saludable, promoverá el bienestar general y protegerá o reducirá el riesgo de desarrollar problemas gastrointestinales, respiratorios o cardíacos crónicos a largo plazo, ha inducido a muchas personas a realizar un consumo regular de estos productos.
Sin embargo, no existe una medida precisa de “salud” y no hay estudios que hayan verificado las afirmaciones de que el uso prolongado ayuda a mantener una buena salud. Además, no existen mediciones del impacto de los probióticos en el sistema inmunológico de individuos sanos o su resistencia innata a las enfermedades.
Se sabe que la ingestión de bacterias probióticas no se ha asociado con la colonización y supervivencia a largo plazo en el huésped, ya que las cepas probióticas solo se retienen durante días o semanas después de la interrupción de la ingestión.
Por lo tanto, sus efectos parecen ser transitorios y es necesaria una ingesta continua a largo plazo. Se sabe que existen microorganismos comensales intestinales que benefician al huésped y se desconoce el impacto de la ingesta regular de probióticos en estos microbios.
Aunque la evidencia actual no indica pérdida o agotamiento de estos organismos beneficiosos, las preguntas sobre los efectos a largo plazo de la ingesta en individuos por lo demás sanos siguen sin respuesta. Aún se necesitan estudios bien diseñados para investigar la percepción de que las personas sanas se benefician de la ingesta regular de probióticos.
CONCLUSIONES
Existe evidencia científica de que cepas específicas de microorganismos probióticos confieren beneficios a la salud del huésped y son seguras para el uso humano. Sin embargo, estos no pueden extrapolarse a otras cepas, ya que dichos efectos son específicos de la cepa.
El uso de probióticos tiene beneficios potenciales para afecciones como infecciones gastrointestinales, infecciones genitourinarias, alergias y ciertos trastornos intestinales, todos los cuales afectan a una proporción considerable de la población mundial.
Sin embargo, se requiere un trabajo considerable para afirmar estos beneficios. Los investigadores deberían adoptar un enfoque sistemático basado en las directrices recomendadas por la Consulta mixta de expertos FAO / OMS.
Créditos: ecoportal.net