Planeta y salud humana, interconectados

Y es que, la interrelación entre el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el bienestar humano “es indiscutible”, alertan todos los expertos, que no tienen dudas de que todas ellas “son cuestiones inseparables”.
Con este paradigma como base, en 2010, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), estableció el Plan Estratégico para la Diversidad Biológica -más conocido como los Objetivos o las Metas Aichi– un marco de acción con vistas a este 2020 para alentar a los países a colaborar y reducir la tasa de pérdida de la naturaleza.
Entre sus objetivos estratégicos se encuentra abordar las causas de la pérdida de diversidad biológica, reducir las presiones sobre el medio ambiente promoviendo el uso sostenible de los recursos, la protección de los ecosistemas, las especies y la diversidad genética, potenciar los beneficios de los recursos de los ecosistemas e incrementar la planificación participativa, la gestión del conocimiento y el desarrollo de capacidades para hacer frente a este reto de forma conjunta.
“La pérdida de biodiversidad facilita, cada vez más, la transmisión y propagación de patógenos procedentes de especies animales, como es el caso de la COVID-19”, defiende en este sentido Luis Suárez, biólogo y coordinador de Conservación de WWF España, que recalca que “un Planeta sano es nuestro mejor antivirus”, coincidiendo con las conclusiones del informe Pérdida de naturaleza y pandemias, presentado recientemente por la sección española de WWF, y del que Suárez es coautor.
Según este experto con más de 20 años de experiencia en protección del entorno, es evidente la relación “directa” que existe entre la destrucción de la naturaleza y el aumento de pandemias como el nuevo coronavirus. A su juicio, y tras la crisis sanitaria, nos enfrentamos a una crisis social y económica muy importante, pero también “ante la oportunidad de hacer las cosas mejor”.
“No conocemos el origen exacto de la COVID-19, pero sí sabemos que se trata de una zoonosis, una enfermedad que salta de especies animales a humanos”. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que más del 70% de las patologías que han afectado al ser humano en los últimos 40 años han sido transmitidas por animales salvajes, y el número “va en aumento”.
Esto no es una cosa nueva: la peste bubónica “fue una zoonosis”, señala. Todas están presentes en la naturaleza y hemos convivido con ellas durante siglos, afirma, pero ahora se están incrementando “a saltos y con rapidez”.
Y precisamente porque “a menor biodiversidad, mayor es la capacidad de propagación de patógenos (ya sean virus o bacterias), en el momento en que alteramos esta biodiversidad, cuando destruimos un bosque o una selva, alteramos las complejas cadenas de relaciones que existen entre los distintos animales y seres vivos que mantienen estos virus y estos patógenos controlados”, recalca.
“El incremento de las temperaturas hace que aves, mosquitos e insectos migren a zonas que, poco a poco, se están convirtiendo en tropicales. Ahora, pueden transmitir enfermedades en latitudes que antes eran más frías y que ya no son zonas hostiles para ellos”, Luis Suárez.
El cambio climático, además, amplifica toda esta situación y de forma muy directa. “El incremento de las temperaturas hace que aves, mosquitos e insectos migren a zonas que, poco a poco, se están convirtiendo en tropicales. Ahora, pueden transmitir enfermedades en latitudes que antes eran más frías y que ya no son zonas hostiles para ellos”, añade Suarez.
Por esta razón, y tal como advierte desde hace tiempo Naciones Unidas, “nuestra mejor vacuna para el futuro es proteger la naturaleza y la biodiversidad”.
Y esta llamada no llega solo de los grupos conservacionistas, sino también, y sobre todo, de la ciencia. Ya no es una cuestión sOlo de ecología sino de ser conscientes de que, si queremos que disminuyan las pandemias debemos contar con una naturaleza sana.
“Si no es por ética, hagámoslo por pura supervivencia”, señala Suárez, que recalca que “la vacuna para el Planeta es la vacuna para la Humanidad”.
Para ello, los expertos creen fundamental no detener las acciones contenidas en el Acuerdo de París, sino al contrario, acelerarlas para recuperar la economía sin olvidarse de una transición energética que permita hacer frente al cambio climático, premiando las actividades que contribuyan a mejorar la salud del Planeta y poniendo trabas a las que no.
En el camino, los ciudadanos deberemos adoptar hábitos diarios sostenibles, pero sobre todo exigir a los Gobiernos “cambios estructurales”, defiende este experto.
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